Pusieronse, pues, en cuclillas los circunstantes, inclusos
20 los polizontes y el mismo Concejal,[74-4] y comenzaron a
ayudarle al _tio Buscabeatas_ en aquella singular comprobacion,
diciendo todos a un mismo tiempo con pueril
regocijo:
--iNada! iNada! iEs indudable! iMiren Vds.!--Este
es de aqui.... Ese es de ahi.... Aquella es de
25 este.... Esta es de aquel....
Y las carcajadas de los grandes se unian a los silbidos de los
chicos, a las imprecaciones de las mujeres, a las lagrimas de
triunfo y alegria del viejo hortelano y a los empellones que los
guindillas daban ya al convicto ladron, como impacientes por
30 llevarselo[74-5] a la carcel.
Excusado es decir que los guindillas tuvieron este gusto;
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